Las modificaciones de los ritmos vitales pueden dar lugar a un síndrome afectivo, una depresión otoñal específica que se centra principalmente en mujeres de entre 25 y 45 años. Aunque también afecta los hombres y personas de todas las edades. Es frecuente entre adolescentes, y en alguna forma afecta a un 20 % de la población.
Se acerca el cambio al horario de invierno y con él nuestro organismo nota algo que no resulta natural.
Nos adaptamos al cambio como podemos, pero hay pequeñas consecuencias que se instalan sobre el reajuste estacional que ya estamos realizando esta temporada.
Sentimos bajones de energía conforme se reducen las horas de luz y la llegada del tiempo más fresco, justo lo opuesto que en la primavera, naturalmente.
Hay días que se pueden hacer más duros, con dificultades para desarrollar nuestra actividad normal, ya sea laboral o personal. Nuestro menor rendimiento puede hacer que nos infravaloremos, que perdamos autoestima.
Y la crisis actual no ayuda mucho a salir adelante con alegría, ¿verdad?.
En otoño el ser humano se protege,
– en el exterior, de un clima menos clemente, y
– en el interior, de las formaciones psíquicas parásitas (melancolía, ansiedad)
que parecen imponerse y dominar en este periodo.
¿cómo nos afecta?
Observamos los síntomas más frecuentes en nuestro estado de ánimo decaído, falta de motivación, cierta sensación de tristeza, pérdida de iniciativa, mayor irritabilidad, disminución de la líbido, alteraciones del apetito y/o del sueño. Incluso buscamos más los alimentos dulces, como el chocolate.
En un proceso normal no hay por qué preocuparse, ya que estos irán disminuyendo conforme nos adaptemos a la temporada. Con alguna medida preventiva es fácil.
Y ¿cómo llevarlo mejor?
Para combatir y superar estos riesgos no es preciso llegar a la medicación, sino que hay medidas simples como la exposición a la luz brillante a partir de 1800 o 2000 lux (unidad de medida de la intensidad lumínica)unas dos horas diarias durante unos quince días. Si es al sol y paseando, mejor que mejor.
En cualquier caso hay que evitar la oscuridad y el aislamiento.
Mi experiencia durante 8 años en una ciudad como Paris me recuerda que la rentrée es particularmente difícil cuando vienes del sur, de un verano luminoso y alegre, con la lógica despreocupación de las vacaciones estivales.
De pronto el principio del mes de septiembre, bien agradable en la mayor parte de nuestro país, te presenta en el norte de Francia una luz y temperatura que corta casi bruscamente el impulso veraniego.
No es de extrañar que los habitantes del norte de Europa valoren tanto nuestro sol, y que sufran las consecuencias psicológicas de una mínima exposición a la luz solar en algunas latitudes del norte. Incluso se registra un mayor índice de suicidios.
Hay que elegir, igual que las aves migratorias dejan un lugar por otro.
Alimentación
Otro punto clave para pasar el bache anímico que supone la llegada del otoño es la alimentación: completa, sana y equilibrada.
– Buenos desayunos para empezar bien la jornada, que compartidos todavía sientan mejor.
– Provisión de hierro, abundante en las legumbres, los cereales, la carne y las verduras; un mineral básico para fortalecer el organismo.
– Vitamina C
– Frutos secos, los que aporta la temporada.
Atención para evitar el consumo desproporcionado de calorías frente a la baja temperatura corporal. En algunos casos la ansiedad provocada por la sensación de tristeza y la desmotivación inducirían a un consumo casi compulsivo y pueden derivar en trastornos alimenticios más serios.
una constelación hormonal
La serotonina, un importante neurotransmisor en el sistema nervioso, asegura su buen funcionamiento y su carencia provocará trastornos de la conducta: para compensarlo contamos con el triptófano. Vaya palabrita, ¿eh?.
Es el aminoácido menos frecuente en la nutrición habitual, y se encuentra en el pavo, pollo, leche, queso, pescado, huevos, tofu, soja, pipas de calabaza, nueces y cacahuetes.
Alimentos que habrá que consumir con moderación, por supuesto.
Como en el caso de la extendida cura de uva: alimentarse solo con uva durante días puede dejarnos fríos, y será preciso compensarlo con bebidas calientes como el te u otras infusiones de nuestro gusto.
Emocional+mente
Un buen flujo de serotonina en nuestros circuitos aporta relajación, sensación de bienestar, mejor autoestima y facilidad de concentración.
Equilibra la colaboración con otros neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, cuya falta está asociada al miedo, la angustia, ansiedad, irritabilidad, trastornos alimenticios (especialmente la obesidad y la compulsión para comer dulces) y las alteraciones del sueño.
Ecología personal
La medicina tradicional china nos aconseja
– favorecer la quietud y la eficacia del recogimiento energético natural, y
– ejercer en esa misma dinámica una capacidad selectiva.
Es lo que nos muestra la maestra naturaleza despojándose de las hojas que algunos árboles no pueden mantener durante el invierno. Una lección que nosotros podemos aplicar de forma práctica respirando lo puro y dejando de lado lo que nos resulta tóxico.
Es la función de los pulmones como órgano y del intestino grueso, su víscera asociada. Ambos separan en el organismo lo que se conserva y lo que se rechaza.
En resumen, este síndrome afectivo estacional puede pasar de largo de forma agradable si: -recentramos tranquilamente nuestras energías, -tomamos el sol, -nos decidimos a hacer más ejercicio, dejamos caer algunos hábitos que sobran, y -disfrutamos con los alimentos de la temporada en buena compañía.
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